En 1219, San Francisco de Asís se entrevistó en Damietta, en el delta del Nilo, con el sultán de Egipto, Al-Kamil, sobrino del famoso Saladino, quien acababa de lograr una fuerte victoria contra los cruzados que habían desembarcado recientemente en su país. El franciscano San Buenaventura describió así la escena: «“El sultán le pregunta: ¿por qué los cristianos predican el amor y hacen la guerra?” A Francisco se le saltan las lágrimas y responde: “Porque el amor no es amado”». Al parecer, el sultán nunca antes había conocido a un cristiano pacífico y devoto, no guerrero, y le impresionó.
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